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Punto de fuga digital

Palabras de la nada

Si ahora estuvieras presente

Si ahora estuvieras presente

 

Llega treinta segundos tarde,

treinta segundos es casi un vida.

No exagero, 30 segundos

es tarde, tarde, tarde.

La vida son treinta segundos

lo que dura un trago,

un cuerpo inesperado en otro cuerpo,

un sueño.

La vida son treinta segundos,

te esperaba, y ahora he de comenzar

de nuevo,

treinta segundos y treinta segundos...

 

Miguel Luis Vidal 

Matriohkas

 Señor,

ahora que mi piel y la suya

-después de las sábanas-

han formado un nuevo collage en el agua,

no es el mejor momento para hablarle,

desde luego,

pero aprovechando que estoy arriba

y usted debajo,

quisera decirle

-casi no me atrevo con sus ojos-

qué no puedo más.

que voy a pararme.

 

(Era el placer como una de esas muñecas rusas que se abren

y aparece otra,

y otra...)

 

 "Usted" Almudena Guzmán 

Poesía con voz

 El portal mexicano “Palabra Virtual. Antología de poesía hispanoamericanarecoge una antología de la poesía hispanoamericana que dice ser incompleta, pero representativa. Tiene una colección de poemas recitados, muchos de ellos por sus autores. Si pinchamos el enlace “Lo más visto” o “Poemas con voz” podremos escuchar en sus voces poemas de Benedetti, Neruda, Borges, Alberti o Angel González.

 

La poesía surgió para ser recitada y quizá esté a la base del alejamiento actual de la calle, esa perdida de su destino natural, el papel no es más que soporte.

Microrrelatos

“El Rayo que cayó dos veces en el mismo sitio” 

Hubo una vez un Rayo que cayó dos veces en el mismo sitio; pero encontró que ya la primera había hecho suficiente daño, que ya no era necesario, y se deprimió mucho.

AUGUSTO MONTERROSO (Guatemala-México)

 

“Después de la guerra”

 El último ser humano vivo lanzó la última paletada de tierra sobre el último muerto. En ese instante mismo supo que era inmortal, porque la muerte sólo existe en la mirada del otro.

ALEJANDRO JODOROWSKI (México)

 

“Para un tesoro de sabiduría popular”

Me dice la tucumana: “Si te pica una araña, mátala en el acto. Igual distancia recorrerán la araña desde la picadura y el veneno hacia tu corazón”.

ADOLFO BIOY CASARES (Argentina)


"Cita a ciegas"

Ella vio su tarjeta de la cita sobre al mesa. Se sentaron, tomaron café y con la nata sobre los labios se miraron a los ojos. Decidieron que ya se conocían, perdieron la ilusión. No volvieron a encontrarse.

Miguel L. Vidal (España)

La frontera

...crece el destierro como queda
en la tierra un sobre blanco... (Luis Rosales)

Vivir en la frontera tiene sus riesgos,
es como si el verano hubiera dejado
una cita postergada
que, con las primeras lluvias,
sabe a destierro.

Preferimos creer en el sur,
donde no somos ajenos al sortilegio y conjuro.

Trasladar allí alguno de nuestros trastos
y pertrechos,
porque el norte nos aburre,
como la trastienda del mago
que ha liquidado todos sus trucos.

("Las sombras del desván" Miguel L. Vidal)

Nacimiento

 

Cuando llamo a la puerta tengo la mano aleteante... (L. Rosales)

Digo adiós al prodigio de puente roto:
dicen que existo.

Un gesto inicia el ritmo que sólo es síntoma:
la vida, tiempo que une el antes y el después de una ausencia,
comienza cuando se construye un pasado.
En este sentido no es muy distinta a la muerte,
lazo que acompasa cadencias y arquitecturas.

Pasarán los años previos a la huella que comience a conformarnos,
hasta entonces sólo seremos instante.

Todo lo que no perdura nos es ajeno.
 

 

 "Las sombras del desván" Miguel L. Vidal

Aphrodisias

 


 Las estatuas griegas y romanas terminaban con frecuencia en decapitación: cuando no eran las adversidades inciertas del tiempo era la mano del hombre, para el reparto acordado del botín.

Los evergetas compraban la
inmortalidad entregando su dinero
para la pública hacienda o deleite,
y como benefactores ponían
su figura en los lugares públicos.
La tierra que después les protegió,
ya no podrá devolverles el descanso

 

 

 

Llueve en Aphrodisias,
encuentro refugio en el fondo de museo
donde se alinean las estatuas decapitadas.
Sólo permanece altiva y digna la esposa de Publio Marco,
fiel por lo que se le supone.
Los turistas recorren la piedra con las manos,
buscan el gesto que les dio la vida,
pero ante ella se detienen,
como se detuvo el bárbaro asesinato.
Mientras cae la lluvia sobre el foro,
la fidelidad alcanza latitudes insospechadas,
sobre su semblante adusto descansa la inmortalidad,
que salva de las tinieblas
a los rostros rendidos por la piqueta.
 

("El lugar de los objetos" Miguel L. Vidal)